Pautas para conseguir que su perro aprenda para siempre


PRIMERO EL HÁBITO

Como no entiende sus palabras, debe renunciar a ellas.

No le hable, ¡demuéstrele!. Sustituya las palabras por una demostración.

Demuéstrele que le conviene comportarse como usted le está pidiendo.

Lo primero es conseguir que realice la nueva conducta unas cuantas veces.

Ya sabe cómo se hace.

Usted ya sabe modificar conductas utilizando el Radio Collar Educativo, sin causarle ningún daño ni dolor.

Volvamos a imaginar.

El perro no venía cuando le llamaba y ahora, gracias a su intervención, en cuanto le llama, viene. Acude siempre y a la primera.

Pero de momento, eso, siendo importante, no sirve de mucho, porque se trata de una conducta que apenas se sostiene sobre hilvanes.

No es un hábito.

Aprendizaje disciplina en perros

SIN EXCEPCIÓN

Debe conseguir que se convierta en un hábito.

¿Cómo?

Repitiéndola una y otra vez, sin excepción. Sin una sola excepción.

Está fraguando un hábito y, por tanto, no puede haber un fallo.

Una excepción significaría una convulsión en el aprendizaje que podría tener unas consecuencias impredecibles.

Cuando el cemento se está solidificando, cuando comienza a fraguarse, no debe moverse.

Del mismo modo, si introduce una excepción mientras está fraguando el hábito, es probable que el animal comience a pensar, pero que únicamente piense en la manera de provocar nuevamente otra excepción.

Esa polarización es nefasta.

A la mayoría de los perros a los que no hay manera de quitarles el Radio Collar sin que “vuelvan a las andadas”, les ha ocurrido esto.

Han padecido excepciones mientras se fraguaba su hábito y, al final…polvo, arena inconsistente.

 

Y DESPUÉS ÉL ELIJE

A partir de que se ha habituado a la conducta correcta, él es libre de elegir entre dos hábitos: el viejo o el nuevo.

Pero ahora en igualdad de condiciones. Ahora le resulta tan fácil uno como el otro.

¿Cuál elegirá? No le quepa la menor duda de que optará por el que más le conviene.

Entre correr como un loco levantando perdices, sin llegar a capturar una, o llenar el zurrón con mucho menos esfuerzo, elegirá lo segundo.

Y además, jamás se le ocurrirá volver a jugar a espantador de caza.

Entre regresar de una fuga para recibir broncas y pagar malos humores o disfrutar del paseo relajadamente, elegirá el disfrute compartido con su dueño.

Entre sentir el parque como un lugar de competencia, en el que se ve obligado a pelearse con todos los perros, o disfrutar del paseo bajo la tutela del propietario, acudiendo a su llamada, optará por la seguridad que le proporciona el dueño.

 

¿SIEMPRE ELEGIRÁ POSITIVAMENTE?

En el caso del perro de caza, si el hábito ha sido establecido sin excepciones, la respuesta será afirmativa.

Hay que darle tiempo, pero una vez que el perro adquiere una técnica de caza, se habitúa a ella y comprueba que es eficaz, a ése no le hable de hacer las cosas de otra manera.

Con el que se fuga durante el paseo, si no ha disfrutado mucho de las fugas, también elegirá adecuadamente.

Lo mismo ocurrirá con el perro que tiende a relacionarse agresivamente, salvo que se haya generado en él una “motivación hostil”.

Recuerde que se explica el significado de este término en el Audio-Curso.

No obstante, la elección positiva puede verse perjudicada por:

-La edad del perro

Los perros ancianos pueden mostrar una querencia hacia hábitos antiguos.

-Limitaciones relacionadas con su inteligencia

Es evidente que hay perros mucho menos inteligentes que otros.

Animales a los que les cuesta entender y adaptarse a nuevas realidades.

Aprenden a acudir a la llamada correctamente pero su capacidad cognitiva no les permite mayores descubrimientos.

-Porque no esté acostumbrado a pensar

Aunque sean inteligentes, hay perros a los que les cuesta mucho pensar, porque son excesivamente dependientes o porque se ha abusado del condicionamiento operante conductista en su educación.

Un perro que ha sido trabajado inculcándole muchos condicionamientos operantes (eso que vulgar e impropiamente se denomina como reflejos condicionados), sin empujarle a que descubra por qué y para qué hace las cosas, es un ser habituado a aceptar los aprendizajes mecánicamente, porque sí, y tiende a no pensar.

Puede resultar ideal para trabajos de utilidad que requieran precisamente eso, que el perro no piense, limitándose a ser un “mandado” sin iniciativa, pero no se meta con él al bosque porque las becadas les van a tomar el pelo.

En el entrenamiento con perros se abusa de lo conductual y se olvida lo cognitivo.

Un consejo: indudablemente los automatismos son necesarios, pero cuando le eduque, automatice lo mínimo en su perro y oblíguele a pensar todo cuanto pueda.

En definitiva, adiéstrele poco y edúquele todo cuanto buenamente pueda.

– – –

Ya ha franqueado el muro de incomprensión que se levantaba entre usted y su perro.

Todo aquello que pensaba decirle sobre la conveniencia de que aprendiese, etc., ya no es necesario.

Con lo que ha aprendido en el Audio-Curso, siendo constante en la generación de un hábito y favoreciendo que él piense, le ha hecho comprender todo aquello que jamás pudo decirle.

Indudablemente tras el aprendizaje hay mucho más que la habituación y la cognición de la que hemos hablado.

Hay afecto, disciplina, dependencia y otras claves importantes, pero esto sobrepasa el ámbito de este artículo.

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